lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Por qué nos gusta tanto el lujo?



¿Alguna vez se han hecho esta pregunta? Dos expertos de diferentes ámbitos nos explican hoy en Cachivaches Glam el éxito del "lujo".




AGUSTÍN DÍAZ LORENZO. 
Periodista y autor del libro "Cuando la tele miró con los ojos del vecino"

La exposición del lujo en televisión es una práctica que está más que demostrado que funciona bien con las audiencias. De hecho, en programas pioneros en la televisión de España en enseñar realidades que nos eran desconocidas desde perspectivas informales, como Callejeros (Cuatro), se dieron cuenta de esto muy rápido. Echando un vistazo a los mejores datos de audiencia de este producto televisivo entre enero de 2006 y marzo de 2010, vemos una realidad que nos habla a las claras: cuatro de los nueve programas con mejores resultados en ese período de tiempo estaban dedicados al lujo. Más concretamente me refiero a  'Ático con vistas' (14,2% de share), 'Extra lujo' (14,0%), Marbella (16,4%) y 'La Moraleja' (14,0%). Todos estuvieron entre tres y cuatro puntos por encima de las audiencias medias del programa.


¿Cómo se explica? A mi juicio porque existe una realidad sociológica inevitable: somos curiosos. Nos encanta ver cómo se comportan nuestros iguales. Y si además éstos han tenido la oportunidad de alcanzar un nivel de vida muy superior al nuestro, mejor aún. Una vez visualizado el contenido genera debate, nos preguntamos de qué manera alguien ha podido comprarse tal coche o aquella casa. Estas disquisiciones son más populares cuando lo que se discute tiene que ver con el lujo, más que con el lumpen. La miseria no llama tanto la atención. En el mismo período de tiempo que se citaba anteriomente, sólo tres de los nueve programas más vistos de Callejeros retrataban contextos claramente marginales. El lujo, por tanto, gana a las situaciones en las que existe un claro déficit social.


Esto no ha pasado por alto para los ideólogos de la televisión en España. Por eso han nacido programas especializados en retratar el lujo: desde 'Quién vive ahí', a 'Hotel,Hotel' o 'Mujeres Ricas'. Quizá tenga que ver también con el actual momento económico que atraviesa este país, inmerso en una de sus peores crisis de la historia reciente. En estas circunstancias la televisión actúa como elemento de evasión, mostrando realidades de las que disfrutamos indirectamente, a través de la pantalla, a pesar de sabemos que nos son inalcanzables. En estas claves pueda estar la explicación a por qué funcionan tan bien programas que muestran situaciones tan alejadas del ciudadano medio español.




MARÍA LUISA ÁLVAREZ MALÉ. 
Licenciada en Psicología y especialista en trastornos de la alimentación.

A lo largo de la historia, las maneras de demostrar riqueza y lujo han ido variando. En la antigüedad, los banquetes con cantidades de comida y bebida desmesuradas y el sobrepeso eran indicadores de salud, poder y bienestar. Actualmente, el modo en el que ha evolucionado la sociedad nos lleva a una manera diferente de exhibir el lujo. La apariencia física sigue constituyendo un medio para manifestar poder, aunque, eso sí, con características muy diferentes a las de siglos pasados. 


El lujo implica consumo pero no siempre exhibición u ostentación. Cuando unimos ambos términos (lujo y alarde) podemos añadir la llamada necesidad de aprobación. La necesidad de aprobación es una característica de personalidad que todos, en alguna medida, podemos poseer y hace referencia al deseo de las personas de ser aceptados por los demás.  Por lo tanto, no estamos ante un rasgo negativo necesariamente, más bien, es una consecuencia natural de vivir en sociedad, siento totalmente sano y razonale preferir tener el beneplácito de otros que no tenerlo. El problema es cuando esa necesidad de aprobación nos lleva a un consumo desorbitado y por encima de nuestras posibilidades con tal de "aparentar", "impresionar", "ser aceptados" o incluso "caer mejor". También es un problema cuando aprendemos a valorarnos fundamentalmente por nuestra apariencia, por lo que llevamos o cómo nos queda. No cabe duda que la apariencia física influye en la interacción social, pero cuando se convierte en nuestra única herramienta para relacionarnos o sentirnos útiles o valiosos, es arriesgado. este riesgo radica en que, el día que no pueda mantener esos lujos o que, sencillamente, no me vea bien con una prenda, accesorio o maquillaje, me veré desarmada e insegura ante el mundo. 


Por lo tanto, el lujo acorde con nuestro poder adquisitivo y destinado a hacernos la vida más cómoda, complacernos y vernos mejor, resulta sano. Cuando se convierte en una necesidad absoluta o en una medida de valía personal ("tanto cuesta, tanto vales como persona") puede ser una muestra de baja autoestima, inseguridad y otras carencias personales.



Espero que les haya gustado el post y les haya hecho pensar. En Cachivaches Glam nos gusta hablar de todo tipo de manifestaciones artísticas, en especial del mundo de la moda, y por qué no de su sentido, de ahí las reflexiones de este periodista y esta psicóloga que les hago llegar en este post. Si alguna vez se hicieron alguna pregunta parecida, espero que alguna de estas dos visiones hayan resuelto sus dudas. 


Por último, quería comentarles que casualmente en noviembre Revista de Occidente publica un número íntegramente dedicado a lamoda. Ideada y editada por Jorge Lozano, la monografía reúne un impresionante conjunto de textos que dan fe del interés que el tema ha despertado a lo largo de los siglos entre  escritores, historiadores, sociólogos y filósofos, sin olvidar las últimas aportaciones de la semiótica o la  historia del arte.  El número, de más de 200 páginas,  se abre con un  diálogo, compuesto por Giacomo Leopardi, entre la Moda y la Muerte, una relación sobre la que volverán otros autores del número, empezando por Walter Benjamin, de quien se ofrecen fragmentos del Libro de los pasajesCharles Baudelaire  yJean Baudrillard, con sus reflexiones sobre moda y modernidad y sobre la frivolidad de lodéjà-vu,  dan paso a artículos de Robert Musil Adolf Loos que presentan otro de los motivos recurrentes del número: la vinculación entre moda, sexo y género. A las contribuciones de dos  clásicos que siguen conservando toda su actualidad: Thorstein Veblen y Georg Simmel, siguen unos apuntes de Ortega y Gasset sobre los cambios en el amor. El sociólogo Edmond Goblot se centra en la función distintiva de la moda, Roland Barthes aborda su relación con el tiempo, Iuri Lotman vuelve sobre vestido y género  desde una perspectiva semiótica y E. H. Gombrich y Germano Celant  introducen el punto de vista de la historia y la crítica del arte. Tras una selección de escritos de autores como Rabelais, BalzacCarlyle, Anatole France y Marcel Proust, el número se cierra con  la evocación de tres creadores  fundamentales en la moda del s. XXJorge Lozanoescribe sobre Mariano Fortuny (protagonista ya del fragmento de Proust), Cecil Beatonhace un retrato de Balenciaga y Jean-Marie Floch realiza un pormenorizado análisis semiótico del total-look de Coco Chanel

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